martes, 19 de julio de 2011

TESTIMONIO DE QUE HEMOS VIVIDO VERDADERAMENTE. PROUST.

No hay ningún hombre por sabio que sea que no haya pronunciado en determinadas épocas de su juventud palabras, o incluso llevado una vida, cuyo recuerdo no le resulte desagradable y que desearía poder borrar. Mas no debe lamentarlo en absoluto, porque no puede estar seguro de haberse convertido en sabio, en la medida en que eso es posible, si no ha pasado por todas las encarnaciones ridículas u odiosas que preceden a esa última encarnación. Sé que hay jóvenes, hijos y nietos de hombres distinguidos, a quienes sus preceptores han enseñado la nobleza de espíritu y la elegancia moral desde el colegio. Acaso no tengan nada que eliminar en su vida, pero son pobres de espíritu, descendientes agotados de doctrinarios, y su sabiduría es negativa y estéril.  La sabiduría no se recibe, hay que descubrirla por uno mismo al término de un trayecto que nadie puede hacer por nosotros, ni nadie puede ahorrarnos, porque es un punto de vista sobre las cosas. "


Martcel Proust
A la sombra de las muchachas en flor. II
A la busca del tiempo perdido.

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