sábado, 23 de octubre de 2010

Eternidad soñada.

Aún sigo deambulando, llevado por las corrientes. Las cálidas me elevan en torbellinos y tifones, las frías se llenan de peces que son esquilmados abandonándome a un nuevo azar. Un azar de volver a empezar: una, otra, mil veces mientras mi eternidad no se acaba. Pero no hay más eternidad que la soñada y yo hace mucho que dejé de soñar.

Rompiendo los juguetes rotos.


Octubre. Me gusta el otoño, tiene los ocasos más maravillosos de todo el año. Es una época en la que siempre he realizado viajes, he comenzado aventuras, he crecido...
Este año me he dedicado a romper juguetes, no cómo un niño que quiere descubrir las entrañas de los autómatas; he roto juguetes a los que no les funcionaba la cuerda, no tomaban la energía de las pilas, ni de las baterías. He roto juguetes absurdos que sólo sirven para agotar el tiempo; y el tiempo es lo único que debemos amar.