jueves, 26 de enero de 2012

Que la vida es un sueño ya lo dijo Calderón hace unos siglos, que los sentidos nos engañan lo prueba cada discusión con visiones contrapuestas de una supuesta realidad, que vivimos como los burros, con los ojos tapados para no ver lo que somos lo gritan los poetas pero pocos hablan de que somos los realizadores de nuestro film.
Cada esperanza pasajera que será sustituida por la siguiente es cada uno de los planos, la iluminación la ponemos, o a veces la robamos, según el favor de los astros, el color es nuestro color, nuestro olor. Matamos a los personajes cuando nos apetece o los dejamos vivir adaptando el decorado, reímos o lloramos alternativamente según queramos, de veras, según queramos; pero llegamos a creer que nuestra película es un destino, algo forjado por los dioses milenarios que dirigen el universo, pero es sólo un traje, el que construimos para protagonizar nuestro film.
Sólo hay dos excepciones, dos momentos en los que somos actores secundarios y participamos en la película de otro u otros, cuando somos niños y cuando envejecemos. Al llegar a la vejez vamos perdiendo jirones de nuestro disfraz, dejamos trozos de nuestro personaje aquí o allá, perdemos el utillaje dejando los descarnados huesos y la humanidad al aire. La sonrisa infantil tiene mucho de mueca calavérica. Ya no hay plumas ni afeites, arrogancias y belleza, no somos estupendos. Somos aquel niño muerto de miedo que se enfrentaba a un porvenir incierto.

sábado, 21 de enero de 2012

A toi


La gente está chalá, los enanos son  unos acomplejados y los peques unos arrogantes de mercadillo.
Si quiero filete lo compro, si carne picada llamo al take away y encima me dan patatas, si quiero historias me lío con Tolstoi y si historietas con Robin, el de los matojos. Aquí se juega a vida o muerte y siempre sale la misma jugada así que....yastabien de tonterías....
El gazpacho con pepino, la menestra con nabo y en Córdoba el rabo, de toro.
Hay gente loca porque nadie se la toca, lo mío va más de circo: trapecios voladores, payasos y leones, cómo me gustan los leones. Aunque hay quien decía que un león es un gato perroflauta. Tiene razón, siempre me gustaron los perdedores, pero con buenas nalgas y algo de sinrazón.
c'est ça