lunes, 9 de agosto de 2010

VÍctima de qué?

Esta noche llegué a casa bastante abatido, con sentimientos de culpabilidad por sentir rota una amistad que, aunque nunca sospeché eterna, siempre lo deseé. Me preparé la cena y a las once estaba en la cama. Me dormí rápido, tuve algunas pesadillas y en una de ellas, al despertar, comencé a preguntarme: Culpables de qué, Víctimas de qué…
Son las cuatro y media y me estoy fumando un cigarro delante del ordenador mientras rememoro los hechos del pasado fin de semana y entre rivalidades y celos infantiles, exhibicionismos gratuitos y verdades de borracho no encuentro nada de lo que haya que avergonzarse.

Mi vida es mi vida y llevo en ella suficiente tiempo como para no pararme en simplezas. Hoy me ha dolido tu desapego, especialmente porque sabes, lo sabes demasiado bien, me importas mucho, y comencé a buscar las culpas en mi forma de actuar. Ahora me doy cuenta que mi única culpa ha sido quererte, hacer lo posible por estar contigo el máximo tiempo posible y entregarte parte de mi vida. Gran estupidez que se comenta entre mis amigos desde hace tiempo. Si hay culpa es esa, de la que nunca me he avergonzado y he defendido con rabia. No creo que me merezca el ser utilizado de coartada cuando no soy culpable más que de seguirte a donde quisiste llevarme Por tu parte no es la primera, y no será la última vez que se te derrumba el mundo, eres así. Lo que si ha sucedido ahora es que me he visto arrastrado también. Tonto de mi. Volverás a las andadas y volverás a recaer pero yo no estaré para sostener los muros. No me quedan fuerzas.

Si alguien ha sido perjudicado ese he sido yo, recibí tu cariño, lo agradezco, pero has decidido apartarme de tu vida, lo he visto en tus ojos, y creo que debo agradecértelo, a mi me hubiese sido imposible abandonarte, y aún, durante un tiempo, sentiré tu ausencia como un puñal que me ahoga, pero así es la existencia, todo pasa, incluso ella misma. Tengo que recuperar los restos de vida que aún no han zozobrado, los que aún me quedan para continuar sin entregas gratuitas, sin concesiones regaladas, sin gratificaciones; cuidando de mí. Tu futuro y el mío  se bifurcarán, ya ha sucedido.
Me siento feliz de haber disfrutado de tu cariño, de haberte querido más que a mi mismo...  pero nada más,  no soy culpable de nada más. No me utilices de coartada, ya no.