
No me gusta el cine, no me interesan las novelas, me aburren las historias, los hechos, cuentos, leyendas o patrañas; sólo me interesa la marca que el tiempo deja en cada alma. Únicamente me afecta el color de la carne golpeada, o amada, los estremecimientos que produce el recuerdo, la desazón de las cicatrices ante la tormenta, el escozor de la pérdida, la sospecha de la nada…
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