domingo, 24 de marzo de 2013







No sé si viví bien o mal; viví y, a veces, fui muy feliz, a veces, muy desgraciado; en eso consiste la vida, no?
Todo lo pude mejorar y también empeorar pero solo jugué con las cartas que me dio la vida.
No fui frágil ni fuerte, ni listo ni tonto, aunque un poco de todo ello se encontrara mezclado en mi ADN.
De las personas que amé a casi todas las olvidé, sólo el recuerdo de un amor maternal y con ello más que humano me hicieron erguirme sobre mis propias ciénagas, porque, aún siendo una gran optimista no pude librarme del hueso amargo que acompaña a la dulce fruta.
Dominé, casi siempre; pero cuando consiguieron torcerme el brazo me dejé llevar hacia cualquier abismo, sin caer jamás.
No sé si viviré aún un par de meses o algo más pero de lo que estoy seguro es de que mi vida a fenecido. La degradación se encarga de destruir mis órganos mientras la piel se vuelve pajiza, sin luz.
No he llegado a ver naves estallar más allá de Orión pero he abierto unos ojos dormidos a base de besos, he dejado semillas que espero germinen en cualquier lugar y he llenado mi entorno de sonrisas.
No echadlas de menos, aportadla vosotros y alegrad el alma sedienta de los desconocidos.
Ya sé qué es la vida, vivirla enseña, no como mejor ha de ser vivida sino en el caos de su propia existencia. Porque al fin y al cabo no es más que tiempo de existencia. La mía se está acabando, la contareis según vuestras perspectivas, pero sed sinceros, no quiero hagiografías, prefiero recuerdos que me conviertan en pasado. En algo que fue y ya no es.

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