jueves, 6 de agosto de 2009

¿En realidad, deseo recordar o más bien reconstruir una vida ordenándola como la fábula que lleva de un principio a un final, con un desarrollo ordenado de escenas, tan claras y diferenciadas como explícitas?. Pero esta obra se vislumbra como algo inmenso, tanto como el mismo Universo. Un Universo lleno de materia oscura que se expande más y más sobre vagas presencias que como puntos luminosos, titilantes y risueños, se clavan en mi ignominia.


Pero soy un fugitivo, lo soy de la misma forma en que algunos son creyentes y otros son idealistas. Soy un fugitivo que no busca la supervivencia, que no huye. Soy un fugitivo que necesita lugares donde soñar, donde recordar un amoroso olvido. Soy un fugitivo que quiere volar sin dirección, sin meta, sin paraísos…pero que siempre ha de volver a las encrucijadas y a los puentes que retoman el devenir; para ir a otro lugar. Siempre otro lugar.


¿Existieron los años dorados de los que hablan los poetas? ¿Existe una Arcadia que pudiera acogerme? ¿Sólo existe la ensoñación?, una bella ensoñación que detiene el tiempo en el instante intemporal, que destila productos que llevan a un ensueño eterno clavado en un reloj, depositado en manos ajenas o soñado sobre pedestales de una ilusión más que humana. Algunos sueñan una quimera. Otros no saben soñar y babean masturbándose ante la nada. Todos tenemos pavor al inmenso vacío, eterno y frío.

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